El lenguaje: un camino ético hacia la democracia

El lenguaje y, fundamentalmente, su lectura y escritura marcó un hito en la historia de la humanidad. Introdujo en las sociedades la capacidad de imagi¬nar y experimentar y, con el tiempo, se volvió una cuestión fundamental para la vida civil y la participación política.
Antes de extenderme en mi idea, quizá sea necesario desarrollar algunos aspectos teóricos claves.
En primer lugar, es preciso comprender a qué me refiero cuando digo lenguaje. Quizá la definición más acertada sea la que pone a consideración Bourdieu y que recrea Verónica Muñoz Dardé en su obra:

“Sistema de categorías para pensar el mundo y las cosas, el lenguaje es por esencia esta imposición de un orden aplicado al desorden de los fenómenos que rodean y determinan la existencia del hombre (…) constitución de la realidad y del orden de lo real, la palabra es, pues, por esencia poder, poder sobre las cosas, pero también poder sobre los hombres; capacidad de organizar el mundo, codifica tanto lo social como lo natural” .

Por otra parte, es necesario explorar los aspectos democráticos y éticos del lenguaje y, principalmente, de la alfabetización.
Sólo a partir del lenguaje es que los pueblos pueden hacer participar su voz en la sociedad logrando, de esta manera, una polifonía verdaderamente democrática.
Es por ello que educar en la diversidad, en el respeto y, fundamentalmente, en la libertad es el ineludible camino ético que se debe tomar para salir de la hegemonía imperante.

“En su sentido más radical, la alfabetización crítica implica hacerse presente como parte de un proyecto moral y político que enlace la producción de sentido con la posibilidad de ser de la entidad humana, la comunidad democrática y la actividad social transformadora” .

En la actualidad, lenguaje y política (entendida tal como lo plantea Aristóteles) constituyen un todo en torno a los complejos vínculos que se enlazan en las sociedades.
Ahora bien, ¿a qué me refiero cuando afirmo que lenguaje y política constituyen un todo? Es sencillo dar cuenta de que las sociedades se organizan, establecen sus normas y demás a partir del lenguaje. No obstante, no se trata sólo de eso. El lenguaje es una parte inseparable de la realidad social, conforma su esencia. Constituye, en definitiva el modo de ser y de actuar, la cultura, los valores y la memoria de la sociedad. Y es a esto a lo que debe apuntar la política educativa hoy en día. Dice Freire:

“La alfabetización, y por ende toda la tarea de educar, sólo será auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que le pierda miedo a la libertad, en la medida en que pueda crear en el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad” .

Es esta búsqueda de la que habla Freire, el camino hacia una nueva sociedad menos conformista con aquello que se le dice y más crítica y activa; una sociedad que descubra la “relación dinámica fuerte, viva, entre palabra-acción-reflexión” .
En este sentido, es necesario reflexionar sobre la alfabetización y, más precisamente, sobre el uso que le dan los gobiernos. En el sentido político del lenguaje, concluyen dos tendencias bien diferenciadas. A saber:
- En muchos casos, la educación puede permitir a los gobiernos perdurar en el poder mediante la dominación ideológica de la población, agravando, así, la situación de dominación y opresión. Tal es el caso de lo sucedido a mediados del siglo XIX en Argentina, donde se instalaron diversas instituciones educativas pero lo que se “enseñaba” eran contenidos que sólo aportaban a justificar la política imperante.
- Por otra parte, en el intento de lograr el verdadero desarrollo de los individuos y la participación política plena surgen otras pedagogías que apuntan al diálogo y la lectura críticos. Para ello es clave la relación educador-educando.
En este sentido, la función del profesor no es simplemente administrar la adquisición de conocimientos sino que es mucho más complejo. Debe propiciar “…una relación con el texto: una forma de atención, una actitud de escucha, una inquietud, una apertura” ; debe dejar aprender, con todo lo que ello conlleva.
Ahora bien, si política e ideología están constituidas radicalmente por el lenguaje, ¿será posible seguir de brazos cruzados viendo como nos dominan, nos reprimen, nos avasallan y nos callan? Quizá sea el momento de dar al lenguaje la importancia que se merece, quizá sea el momento de revolucionar las políticas educativas y apostar a una nueva sociedad que apunte hacia la ética y la democracia como condición inquebrantable de la persona.

22 de abril de 2010
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Bibliografía:
BAUDINO, Silvina; BRITOS, María del Pilar; CANDIOTI, María Elena; UGALDE, Mónica: “El Trabajo Intelectual”, Secretaría Académica de la UNER.
FREIRE, Paulo; MACEDO, Donaldo: “Alfabetización: lectura de la palabra y lectura de la realidad”, Edit. Paidós Temas de Educación, Barcelona, 1989.
FREIRE, Paulo: “La educación como práctica de la libertad”, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1973.
LARROSA, Jorge: “La experiencia de la lectura”, Edit. Alertes, Barcelona, 1996, Cap. 1 Literatura, experiencia y formación (entrevista por Alfredo J. Da Veiga Neto), pág. 33.
REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), Nº 37, Madrid, enero-marzo 1987.